En
la mañana de este 24 de febrero, en su “Casapueblo”, dejó de
existir el nonagenario artista plástico.
El "maestro", como mucha gente le decía, o Don Carlos, como le decíamos otros, respetuosamente, murió en Punta Ballena, donde había elegido vivir hace varias décadas y donde tenía su atelier, su galería y acaso su mejor obra, la que mostraba orgulloso a cuanto extranjero llegaba.
Páez Vilaró había nacido en Montevideo, el 1º de noviembre de
1923, hijo del matrimonio compuesto por Miguel
Páez Formoso y Rosa Vilaró Braga, integrantes
de una de las más antiguas familias del país.
Su padre, el doctor
Miguel A. Páez Formoso, fue eminente abogado, autor de varios libros
sobre historia americana, redactor de la Constitución de la
República (1917), catedrático de economía política y derecho en
la Facultad de Derecho y catedrático de Ética, Historia, Filosofía
en la Universidad de la República.
Marcado
por una fuerte vocación artística partió en su juventud a Buenos
Aires, donde se vinculó al medio de las artes gráficas, como
aprendiz de cajista de imprenta en Barracas y Avellaneda. A su
regreso al Uruguay, en la década del 40, se siente motivado por el
tema del candombe y la comparsa, vinculándose estrechamente a la
vida del conventillo "Mediomundo", y entrando de lleno a
manifestarse en el campo del arte.
Pinta
decenas de cartones, compone candombes para las comparsas lubolas,
dirige sus coros, decora sus tambores y actúa como incentivador de
un folklore que en ese momento luchaba por imponerse contra la
incomprensión.
Inicia
luego un largo viaje que lo lleva primero a Brasil, luego a Senegal,
Liberia, Congo, República Dominicana. Haití, Camerún, Nigeria…
En
ese periplo pintó centenares de obras, realizó múltiples
exposiciones y dejó su sello en enormes murales.
En
toda su vasta trayectoria de realizaciones y a pesar de los viajes y
los cambios experimentados en su pintura durante mas de sesenta años
de acción, el artista mantuvo con firmeza su lealtad al tema
afro-uruguayo, al que le sigue dedicando las mejores horas y siendo
partícipe en las medidas de sus posibilidades de cada llamada.
En
decenas de reportajes y entrevistas ha mencionado a la vedette
Martha Gularte, a Pirulo, gran bailarín, al escobero Triki triki, con
quienes desfiló por primera vez en 1950 siendo parte de la comparsa
“añoranzas negras”.
Además
de su pintura, cerámica y toda su arte que incluye la publicación
de catorce libros y hasta la filmación de tres películas, don
Carlos decía tener más de cien candombes compuestos y registrados
en AGADU, de entre los cuales Ruben Rada eligiera “arrorró mi
negro” para incluirlo en uno de sus discos.
El
conventillo "Mediomundo", punto de arranque de su obra, fue
demolido y con él, su riquísimo historial. Páez Vilaró, radicado
finalmente en Punta Ballena, tenía su taller en su Casapueblo, la
que denominaba su "escultura habitable", modelada con sus
propias manos desde la década del 60 sobre los acantilados que miran
al mar en Punta Ballena.
Estuvo casado tres veces, con Madelón , con
Verónica y con Annette.
Madelón
es la madre de sus tres hijos mayores, Carlos Miguel, (el
sobreviviente de los Andes), Agó,( pintora) y Beba . La alemana
Annette es la madre de sus tres hijos menores, Sebastián , Florencio
y Alejandro.