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El Intendente de Maldonado aprobó el decreto que prohíbe la utilización de espuma en aerosol durante las celebraciones de carnaval en todo el departamento. Por lo tanto quienes ofrezcan el producto serán pasibles de multas y decomisos.
La Junta Departamental de Maldonado siguió entonces los pasos de otros departamentos como Flores y Durazno que ya habían legislado sobre este tema a raíz de los mismos problemas.
En la sesión de pasado 9 de octubre de 2012, la Junta Departamental aprobó el Decreto Nº 3905/2012, “que prohíbe el uso, comercialización y tenencia de espuma envasada en aerosoles y/o recipientes similares exclusivamente durante el desarrollo de los desfiles de Carnaval, y por todo el trayecto de vía pública que se disponga para la realización de los mismos en el Departamento de Maldonado”.
En ese sentido el Intendente de Maldonado mediante la resolución Nº 07519/2012 con fecha del 26 de octubre, resolvió aprobar dicho decreto, por lo cual en el próximo carnaval este tipo de producto no generará las complicaciones y daños tantas veces denunciados.
Este decreto fue presentado ante el legislativo por el edil del Frente Amplio, Andrés de León, luego de reiteradas gestiones de varias agrupaciones y de la propia Unidad de Carnaval que denunciaban que se afectaba por el uso de este producto, vestimentas, maquillajes, instrumentos y hasta la propia integridad física.
En la resolución el Intendente de Maldonado solicita además comunicar su decisión a la Junta Departamental , y seguidamente que la Dirección General de Higiene y Protección Ambiental tome conocimiento de la misma para proceder a su aplicación durante las próximas festividades de Momo.
La disposición se aplicará en todas las localidades del departamento y su contravención habilitará a decomisar la mercadería. De acuerdo al decreto, la intendencia debe reglamentar “la aplicación, control y cumplimiento” de la norma.
La guerra contra la espuma se gestó al cabo de infructuosos intentos de las comisiones de carnaval por evitar su uso “indiscriminado”.
Si bien antes de cada Corso o Desfile se pedía por alto-parlantes la colaboración del público, los más chicos hacían caso omiso de tal pedido, avalados por los mayores. Decenas de vendedores recorrían los Desfiles ofreciendo el producto, sin que autoridad alguna tuviera potestades para prohibirlo.
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